Cosas que ayudan a no sentirnos tan lejos

¡Feliz lunes!

Como ya dije en mi primera entrada, llevo solo dos meses fuera de casa, pero ya ha habido momentos duros en los que te sientes demasiado lejos de los tuyos, y creo que nadie es inmune a ello. Yo he encontrado una «medio-solución» a estos ataques de nostalgia, típica, pero efectiva: La correspondencia.

«¡Uf, qué pereza ponerse a escribir! Y más hoy en día con la cantidad de medios informáticos que hay para ello.»

Sí, vale, es verdad, yo pensaba lo mismo. Pero os aseguro que la ilusión de llevar un taco de cartas al buzón y esperar a que lleguen contestaciones es, cuanto menos, EMOCIONANTE. Recuerdo la primera carta que me llegó estando aquí. Fue de una amiga que vive en Australia y que no me esperaba para nada. En España nunca me sentí tan cerca de ella como en ese momento. El día que recibí un paquete de mi abuela lleno de embutido ibérico, dulces, fotos, cartas… Imaginad: indescriptible. Una carta eterna de un amigo con el que llevaba mucho tiempo enfadada. Sin palabras de verdad, ¡ESCRIBID!

Os animo a publicar vuestra dirección en algún lugar donde puedan verla vuestros amigos y familiares (un sitio seguro claro, si es en Facebook, que la privacidad de la publicación sea solo para amigos o algo así). Os sorprenderéis del resultado. Tampoco esperéis milagros, pero seguro que recibís algo de quien nunca os lo hubierais imaginado. El correo ordinario es mágico 😉

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A parte de eso, hay otras formas de hacer sentir a los tuyos que estás cerca. Me gustaría enseñaros el regalo que le he hecho a mi madre por su cumpleaños (¡ES HOY!). Un poco sin tiempo, sin medios, pero con mucha mucha ilusión. Es la prueba de que las palabras acercan personas. Espero que os guste y os haga pensar en los vuestros. Y recordad: ¡Estamos a una carta de distancia!

http://www.youtube.com/watch?v=yT05nW9fdpY

 

Una vez más, gracias si has llegado hasta aquí y… ¡Hasta pronto!

Ana.

P.D: ¡Si alguna no tiene nadie a quien escribir, que me escriba a anadiaz.aupair@gmail.com! Podemos volver a esos tiempos en los que escribíamos a desconocidas que terminaban siendo amigas, confidentes… yo qué sé.